En la primer parada del "Joanne World Tour" en Estados Unidos, precisamente este 5 de agosto en la ciudad de Tacoma, Washington, el periódico The New York Times tuvo a su representante para elaborar una review del espectáculo.
El periodista Jon Caramanica publicó su opinión donde menciona los aspectos positivos y negativos del espectáculo, estos últimos en mayor número, ya que si bien hubo momentos brillantes manifiesta que Lady Gaga ofreció un show desarticulado que por momentos la mostró en una batalla consigo misma. Lee el artículo traducido a continuación:
Lady Gaga presentó su actuación de 'Joanne' en el Tacoma Dome, aquí el sábado por la noche con una larga disquisición [análisis detallado y riguroso] sobre lo que ella llamó "dolor generacional" y cómo es la forma de esta canción, que da nombre a su último álbum. Ella dedicó el espectáculo a las personas que han sido afectadas por un dolor tan prolongado que no pueden recordar el tiempo antes de ese hecho, y hacerles saber que no estaban solos.
Ella lo tocó con una guitarra acústica, uniéndose finalmente a dos de sus compañeros de banda, también tocando la guitarra, para una actuación que perforó la vulnerabilidad aguda con la cual ella abrió el show.
Después de un corto interludio, regresó al escenario, con un traje blanco con gafas aladas, para 'Bad Romance', de 2009, uno de sus mayores éxitos pop. Su actuación aquí fue todo lo contrario: enérgica, precisa, decididamente plástica y ardiente.
La yuxtaposición era desorientadora. Este espectáculo, la primera parada de Estados Unidos en su nueva gira, puso de relieve las tensiones que aquejan a Lady Gaga, especialmente en esta etapa de su carrera. Ella es titánica cuando se trata de grandes manchas de sensación, y también pulverizando lo disco-pop. Ella irradia crudeza y es fácil con el vestuario. Pero todas estas cosas no siempre van de la mano, y a menudo Lady Gaga se encuentra en una guerra consigo misma: la sinceridad vs. el artificio, la extravagancia vs. la perfección, etc.
Aparentemente fue una gira para celebrar "Joanne", su cuarto álbum de estudio en solitario, que fue lanzado en octubre y ha sido su menos exitoso. Pero las canciones de ese disco estaban entre las menos efectivas aquí: el desordenado teatro rock de 'A-YO', la somnolienta 'John Wayne', la torpemente animada 'Dancin' In Circles'. Lady Gaga prospera en los extremos de la invención teatral y la intimidad de la piedra y el frío, y esos son los modos en que esta actuación tuvo éxito.
La primera mitad del concierto fue desarticulada, estilos cambiantes y actitudes aparentemente al azar. Pero a mitad de camino, Lady Gaga golpeó un ritmo, después de que tres vainas flotando cerca del techo de la arena se escindieron para revelar pasarelas que descendían al piso, formando un sendero en los que podía recorrer, con paradas dentro de dos pequeñas plataformas circulares a lo largo del camino, desde la etapa principal a una más pequeña en el extremo de la sala.
Esa etapa tenía un piano, y aquí Lady Gaga estaba en casa. Ella cantó 'Come To Mama', de "Joanne", un arrebatador arreglo de cabaret de Broadway, pero lo redimió con un canto grueso a lo Mama Cass [como se conocía a la artista Cass Elliot]. Ella siguió con 'The Edge of Glory', un himno más antiguo, cantado únicamente con el piano, que ella introdujo con una historia sobre la muerte de un amigo cercano.
No es probable que haya muchas más exhibiciones de vigor vocal en el escenario de una arena este año, o cualquier otra. Su actuación era trágica pero llena de esperanza, cálida, herida y llena de éxtasis. Encarnó a esta cantante en su mejor momento, sirviendo como un conducto para el sentimiento profundo. Eso siguió en dos canciones posteriores de "Joanne": 'Angel Down' y 'Million Reasons', que cantó en el piano y a veces de pie encima de él.
Lady Gaga hizo su nombre con ostentación, ironía extravagante y pseudo arte de performance. Esa extrañeza una vez le dio a su centrista disco-pop los dientes reales, pero desde hace mucho tiempo ha decaído. A lo largo de la noche, durante sus éxitos más efervescentes, estuvo flanqueada en el escenario por una docena de bailarines, que en su mayor parte sirvieron como una especie de almidón visual, frenético pero poco distinguido, moviéndose mucho pero comunicándose poco.
Los éxitos más antiguos como 'Paparazzi' y 'Telephone' aún tenían energía, pero palidecieron en comparación con los momentos en que Lady Gaga tomó el espectáculo en sus propias manos. Todo sugería un cambio a en el horizonte. Que quite a los bailarines, la ornamentación, la provocación de las cejas arqueadas y que deje sólo el dolor, un espectáculo exclusivamente con vulnerabilidad podría ser la cima para Gaga.
Traducción: Lady Gaga Monster Blog
Si copias la traducción, menciona los respectivos créditos.
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